MARCELA BUDNIK, LA LEONA QUE DEFIENDE ADENTRO Y FUERA DE LA CANCHA AL GEI
Entrevistamos a la ex Leona Marcela Budnik que actualmente se desempeña en GEI. Sus experiencias en la Selección Argentina, el paso por Italia, la etapa fuera del hockey, fueron algunos de los temas.
Marcela Budnik, ex Leona, hoy se encuentra trabajando en el proyecto de hockey en Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó como entrenadora de las categorías menores, además de jugadora de la Primera. Sector Prensa dialogó con ella y nos contó acerca de su rol, su historia con la Selección Argentina, la vida en Italia, por qué debio alejarse del deporte y cómo ve al mismo en nuestro país.
SP: – ¿Por qué elegiste a GEI? ¿Qué te atrajo?
MB: – Yo llego a GEI de la mano de Pablo Lombi, que es el coordinador de hockey, empezó en 2020 y tomó el desafío de armar la disciplina y entrar a la competencia oficial. Está el proyecto de la cancha, mucho crecimiento, mucha euforia e ilusión. Pero nos agarró la pandemia, fue muy difícil, sin embargo se la bancaron las chicas y los entrenadores. Crecimos un montón como grupo y nos pudimos afianzar, a pesar de la virtualidad, incluso hubo muchas actividades fuera del deporte. Me trae la presencia de Pablo, nos criamos desde chicos en el Ciudad de Buenos Aires, los dos jugamos ahí. Ambos pudimos estar en el seleccionado, Pablo tiene una carrera tremenda. Creo que lo que más me encantó cuando conocí el club fue que, dicen que es una gran familia, se siente así. Gente muy buena y comprometida, que realmente está.
– ¿Tenés un doble rol en el club?
– Si, tengo doble rol. Vengo como jugadora de Primera División y, por otra parte, como entrenador de la categoría de menores. El año pasado durante la cuarentena, y calculo que este año también, me quedé dirigiendo a la 5ta y 7ma, son las más grandecitas.
– ¿Cómo ves al hockey argentino?
– Viene creciendo a pasos agigantados. La pandemia fue algo muy fuerte, no sólo con el hockey, sino con el deporte en general. Dadas las circunstancias económicas que atraviesa Argentina, quizás para nosotros se complica un poco más que en otros países, donde no tienen ese problema. Acá hay mucha población de chicas, que a partir del éxito y vidriera de las Leonas y Leones, les dieron muchas ganas de jugar. Creo que todavía hay mucho trabajo por hacer, para poder llegar a más lugares. El hockey tiene ciertas complicaciones en cuanto a que no es un deporte muy barato. Primero, por la cancha que debe tener el club. Segundo, por los elementos que se usan, palos, canilleras, bochas, y no todo el mundo tiene acceso a eso. Pero, si es notable todo lo que creció. Hay muchas cosas que se deben ir ajustando y mejorando para que pueda ser un campeonato más amigable, en cuanto a zonas, distancia, facilitarle la parte económica y sustentabilidad a los clubes. Se puede colaborar armando las zonas por lugares, así no hay tanto costo de traslado. Está bueno ver el crecimiento, soy partidaria de que el deporte es una pata fundamental en el crecimiento de los chicos.
– ¿Cuál es el proyecto con las divisiones menores de hockey en GEI?
– La realidad es que, GEI al decidir formar parte del campeonato oficial Metropolitano de la asociación, lo que estaba buscando de alguna manera era darle formalidad a este hockey que había a modo informal, sin una estructura unificada. Con las menores se busca que ya puedan empezar a formarse dentro de esta entidad deportiva, de esta disciplina seriamente conformada en el club, donde ellas de a poco se van formando técnicamente y deportivamente. Esto incluye al carácter, responsabilidad y demás. Lo que se busca es divertirse, porque es fundamental. Lo que pasa es que, aunque suene contradictorio, no sólo es eso. Tienen que divertirse seriamente. Con esto queremos decir que buscamos un sentido de pertenencia, respeto, responsabilidad, alegría de ser parte de un equipo. Obviamente, con todo lo que eso implica. Pero básicamente es ir formandólas. Con pablo, el nivel técnico que se les trata de dar es buenísimo, y ellas van a ir creciendo con todo esto, incorporando las técnicas que se pueden, en diferentes etapas, de un modo que ellas puedan captarlo. La idea es que ellas, cuando lleguen a mayores, tengan una identidad.
– ¿Por qué te alejaste del deporte?
– Del hockey me alejé por elección propia, en realidad jugaba desde muy chica, con mucha intensidad, me venía dedicando de lleno a eso. De hecho, me voy a Italia, contratada, juego una temporada allá. Y al volver, la realidad es que termino el año del campeonato, había un in pass en la selección y de recambio en el equipo, estaba medio incierto. En ese momento, sentí las ganas y la necesidad de enfocarme en la carrera, estudié licenciatura en relaciones públicas. Se formalizó mi pareja y ya tenía ganas de tener hijos, y demás. Estuve alejada desde ese lado, de una parte más personal o con algunos objetivos de mi vida. Creo que en algún punto me pasó que, al haberme criado y crecido en el hockey en un nivel tan competitivo, estaba un poquito saturada y dejé completamente para dedicarme a otras cosas.
– ¿Te costó dejar algo que hiciste toda la vida?
– Creo que en su momento no me costó porque, como te digo, estaba muy cansada y tenía otros objetivos que eran como muy interesantes para mí, me ocupaban tiempo. Y de alguna manera me fui acostumbrando. Después me di cuenta, cuando mi hija empezaba a tener edad para hacer deporte, lógicamente me tiraba mucho el hockey, de hecho ella empezó a practicarlo. Al empezar a acompañarla a ella, se volvió a encender esa llama y me volví a encontrar con mi deporte desde otro lugar, disfrutando muchísimo. Empecé de nuevo como entrenadora, como jugadora, con la riqueza de seguir con esa misma esencia competitiva que uno tiene, pero teniendo en claro que los objetivos eran distintos y uno está más relajado. Sin embargo, creo que esa parte competitiva no se deja. Después vino el mundial senior, que fue un gran regalo de la vida y una linda sorpresa, porque ahí si volvimos a jugar en alto rendimiento, pero con otra edad, y uno lo disfruta de otra manera. Fue muy lindo. Creo que uno va haciendo ciclos, está bueno escucharse, y en cada momento darse lo que uno siente.
– Viviste en Italia, ¿cómo fue tu vida allá?
– Si, a Italia me fui a jugar contratada. En aquella época no era tan habitual, estamos hablando de 1994, 1995. Había pocos jugadores jugando allá, pero estuvo muy buena la experiencia. Por suerte había un par de compañeras mías de Muni (Club Ciudad de Buenos Aires), hacía un poco más fácil todo, como manejarse en otro idioma, me encantó. Si no la quise retomar, hice sólo una temporada, porque después tenía ganas de empezar la carrera. Sentía que ya era el momento. El año ese estuvo muy bueno. A nivel deportivo, Italia no era tan competitivo pero ya en ese entonces, se notaba la diferencia porque había disponibilidad de canchas y demás. Por ahí no fue algo de alto rendimiento en lo deportivo, pero si en lo personal, y en esa época era diferente. Era distinto como se vivía el hockey, tanto en Argentina como mundialmente. Si bien a mí me contrataron y me pagaban, no eran números desórbitantes, sino que era para hacer una experiencia de vivir en Europa.
– Contame de ese mundial senior en España.
– Si, se jugó en Barcelona. Fue como un capítulo aparte, en todo sentido, porque a partir de ese mundial, donde salimos campeonas, se empezó a conocer un poco más. Antes no se tenía en cuenta, la confederación no nos ayudó en nada, se lavó las manos. Ahora se empezó a ver asignaciones de entrenadores, se pusieron más firmes en las categorías. Pero, para que tengas una idea, ese año cumplía 49 y jugué en el +40. Teníamos jugadoras desde 41, 42, 45 y 47, eramos dos o tres las más grandes pero jugamos todas juntas, porque eramos las que nos conocíamos. Fuimos sin haber estado juntas ni una vez, ese equipo se conformó con gente de Holanda, Italia, España, Mar del Plata y unas cuantas de Buenos Aires. Pero fue increíble en lo personal, por pudimos sacar los resultados sin conocernos y sin haber entrenado juntas. Nos llevamos muy bien, vivímos todas en una casa. Hoy,ese chat sigue activo con todas escribiendo desde diferentes partes del mundo. Nos tenemos un cariño enorme, muchas nos conocíamos pero hace mucho que no nos veíamos. Encima ganar la medalla de oro fue como una yapa impensada para esta altura de la vida, así que fue hermoso ese torneo.
– ¿El mejor momento de tu carrera?
– Fue en los Panamericanos de Cuba ´91, donde tuvimos el privilegio y el honor de ganar la medalla de oro. Un torneo donde dimos todo, funcionamos muy bien. Fue lindo compartir con tantos deportistas en la Villa Olímpica, incluidos los caballeros que también ganaron la de oro, había muchas amigas mías y estábamos en una edad ideal para el deporte. Veníamos del Junior, nuestros primeros pasos en la Mayor, muy emotivo. Terminé la final con un ojo morado, como se ve en una foto, igual con la euforia no se sentía nada. En esos momentos te sentís invencible.
– ¿Qué fue la Selección Argentina para vos?
– La Selección Argentina para mí, antes que nada, fue un orgullo. Vestir la camiseta de tu país, representar a tu bandera, sentir que en lo que elegiste llegaste a lo más alto, es muy gratifícante. Sobre todo un deporte como el hockey, que es algo en equipo, me hizo entender que era un modo de vida. Creo que me sirvió, lo aplico en todos los aspectos que tienen que ver con mi vida, tanto en lo familiar como social, laboral. Es muy rico criarse en un deporte en equipo con los valores que uno aprende, la pertenencia, la responsabilidad, valorar el esfuerzo y las diferencias, y que todos sumamos. El todo es más que la suma de las individualidades
– ¿Pasaste por algún momento difícil en tu carrera?
– En la previa a un mundial Junior de Canadá, estábamos en Alemania y tuve una especie de desgarro en la espalda, lo cual me dejó afuera. Para mí fue muy fuerte. Era justo en la previa del mundial, me costó recuperarme. Igual, estar en una gira, y pasarte la mitad de ella sin poder jugar por el dolor es como bastante frustrante. Por suerte tuvo un final feliz, porque me recuperé y llegué. Lo que me gustaría agregar, que no es netamente deportivo, pero si es muy importante, porque el hockey de hoy tiene diferencias en cuanto a manejos. Nosotras teníamos adversidades importantes, con respecto a que era un deporte amateur, no teníamos fondos, costaba mucho y se bancaba cada jugadora. Te tenías que bancar tu ropa. Cuando viajabas a un mundial, vos tenías dos remeras, devolvías una y te quedabas con la otra. Nos ha pasado tener que ir a jugar una copa del mundo y tener que ir, los días previos, a casas de familia, en Australia, porque no había fondos para que estemos en el hotel todo el torneo. Esas son eventualidades que consideró que nos formaron, y que tienen que ver con el deporte amateur, son fortalezas sin ninguna duda. Si bien el nivel no era tan competitivo, se empezaba a sentir la diferencia. Cada logro nuestro era como que valía el doble, había cosas que otros equipos tenían servidas o solucionadas, y nosotras no. Me sirvió mucho tener esas adversidades, ya te digo, para dentro y fuera de la cancha. Para entender que cuando uno realmente quiere algo, los obstáculos se pueden superar, por ahí lleva más esfuerzo y nos quita energía, pero se puede llegar igual. Eso es muy valioso para mí.
– ¿Cuántos torneos disputaste con la Albiceleste? ¿Cuál es el que recordás más?
– Aparte de los Panamericanos de Cuba, me gustó mucho el mundial Junior en Canadá. No nos fue tan bien deportivamente, pero el grupo y la edad, eran las primeras emociones fuertes representando a la camiseta de Argentina.
– ¿Te gustaría que otras disciplinas que representan a nuestro país tengan el mismo recibimiento y reconocimiento que el fútbol masculino cuando llega de un torneo internacional?
– Eso, desde ya. Realmente, el fútbol tiene solucionadas tantas cosas. hay otros tantos deportes que, incluso están peor que el hockey, porque el hockey fue ganando espacio. El deportista no deja de ser deportista, independientemente de lo notorio, o no, que se haga el deporte en si. Pero bueno, eso va a ser siempre así, me parece.
Por: Ezequiel Olivera