lunes, mayo 20, 2024
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Julián Bricco: de vender pollos a relatar a la Selección Argentina

Hablamos con el relator rosarino, una de las voces de TyC Sports para el ascenso y Copa Argentina. El sacrificio para conseguir lo que soñó, el recuerdo de sus padres y los sueños cumplidos, fueron algunos temas.

Oriundo de Santa Fe, de la ciudad de Rosario, y autor de la popular frase «tremendo ñoca» que hoy se viralizó, y que se escucha tanto en Copa Argentina como en el ascenso. Sector Prensa dialogó con el relator Julián Bricco, quien nos contó su historia. Un niño que fue criado por su madre y su mejor amiga, una vida llena de sacrificios, debió repartir pollos y demás para solventar los gastos de su carrera; y sueños que se cumplieron. Conocé el otro lado de una de las voces de TyC Sports.

SP: – ¿Cómo inició tu camino en el periodismo?

JB: – Fue allá por los ´89, ´90. A mí siempre me gustó el periodismo, me inscribí para estudiar. Después también hice educación física, cosa que no terminé. Me anoté en el ISET 18. En realidad siempre me gustaba lo que tenía que ver con el fútbol, el relato, las transmisiones deportivas. Pero eso no me impedía estudiar periodismo, que era otra de las grandes pasiones que tenía. En ese momento no existía la carrera de periodismo deportivo, era periodismo integral o comunicación social. Yo me decidí por periodismo integral. Así empezó todo. En el tiempo que estábamos estudiando y hacíamos las transmisiones deportivas, jugábamos a imitar a los viejos relatores. Un amigo mío, que trabajaba en uno de los primeros cables de Rosario, me dijo «por qué no te dejás de embromar con la imitación y le ponés tu propia voz a los relatos». Necesitaban un relator en STC (Satélite Televisión Cable) y en Cablevisión Sur, que estaban con Cable Hogar haciendo las transmisiones de Rosario Central y Newell´s. Me presenté, me tomaron una especie de prueba, fue Gabriel Sauro, hoy es un poco el gerente regional de Cablevisión en Santa Fe, y quedé. Ahí empezó todo el recorrido. Un poco por casualidad, otro por un amigo, y otro poco por la pasión de uno para hacer periodismo.

– ¿Te imaginabas llegando hasta donde estás hoy? ¿Qué soñabas en tus inicios?

– En realidad, no. Uno no imaginaba eso, obviamente que tenía la ilusión de llegar a lugares importantes dentro del periodismo, pero nunca me volví loco por llegar a lugares de privilegio. Mis sueños eran mucho más chicos. Soñaba con estar solamente en un partido de Primera, relatando en algún medio de mi ciudad. Después, quería tener la oportunidad de trabajar en Fútbol de Primera, en esa época era algo muy valioso. Y me conformaba con estar en un solo partido de Fútbol de Primera, con Macaya, Araujo, Walter Nelson y Paenza. Era mi único objetivo, con un partido ya me daba por satisfecho. Después se dio lo que se dio, y aquí estamos. Obviamente que uno después evaluará la carrera, yo valoro muchísimo lo que me ha pasado y que he logrado sin volverme loco. Para mí ya es demasiado, es mucho. Hice mucho esfuerzo, me sacrifiqué mucho para estar acá. Después las cosas se dan o no.

– ¿Cómo fue esa experiencia de pasar del ascenso a relatar un gol de Lionel Messi y un mundial?

– Son momentos que se disfrutan de igual manera, tanto relatar un gol de un jugador del ascenso, como uno de Primera o de Messi. He relatado goles de Francescoli, de Riquelme, y siempre es hermoso relatar goles de esos monstruos. Pero la sensación es la misma, el respeto es el mismo. Tengo el mismo respeto por un gol de Messi que por uno de un jugador de San Martín de Tucumán, Defensores de Belgrano o Patronato. Es así de sencillo, uno disfruta estando en una cabina, se siente feliz.

– ¿De qué parte de Rosario sos? ¿Cómo fue tu infancia, y tu barrio?

– Nací en Gálvez, a cinco o seis cuadras de la cancha de Central Córdoba. Ahí me crié los primeros años de mi vida, después mi viejo murió cuando yo era muy pequeño. Y por esas cuestiones de este bendito país, a mi viejo le comieron todos los ahorros con una especie de corralito. Él fue marino mercante durante muchos años de su vida. Y pudimos, a duras penas, comprar un terreno en la zona sur de Rosario, pegado al barrio Las Flores. Ahí me crié, como pudimos, con la dignidad y honestidad de mis padres, que eran dos laburantes. Nos fuimos a vivir a una casa que tenía lo justo y necesario, pero que tenía todo el amor de dos padres maravillosos, Olga y Alfonso. Era un barrio de laburantes, después se empezó a complicar. Estaba el sindicato de la carne al frente de donde vivía, que eran todos monoblock. Había gente muy buena y laburante. Después con el tiempo fue cambiando, la droga trajo muchos males a los barrios de Rosario, los de clase media baja. Me crié en Laprida.

– Vi que en una nota destacaste a tu madre por la crianza y los valores que te inculcó.

– Mi madre era una mujer que me enseñó todos los valores que hoy tengo. Olguita, una mujer muy sacrificada, de una integridad y honestidad que me marcaron. Solucionaba todo con la palabra, con la mano, ese era el documento de ella. Era estrechar la mano, y decirte «esto va a ser así» y era así. Una mujer luchadora, que se quedó viuda de muy joven y con su hijo pequeño, era yo, era hijo único. Junto con la «Gringa», que era como su hermana, me criaron. Ella era hija de una pareja que tuvo nueve hermanos, uno murió de muy chiquito. Eran dos mujeres y siete hombres, se crió con todos hombres. Era una mujer con muchas ganas de vivir y disfrutar la vida, y de luchar para que su hijo tuviera lo mejor en su vida. Vivio para mí. Y me inculcó los valores que tengo hoy en día, valores que lamentablemente se van perdiendo, así nos va. Fue una enorme mujer, no porque sea mi madre, si no lo hubiera sido la habría considerado de la misma manera. Una mujer extraordinaria.

– ¿Es verdad que repartías pollos antes de ser periodista?

– Si. Tenia un amigo, Alejandro Rodríguez, que estábamos estudiando periodismo y no había plata en mi casa, y no me podían bancar el estudio, más allá de que estoy agradecido al país porque estudié siempre en escuelas públicas, me recibí en una pública; no había plata ni para el colectivo. Mi vieja tenía una especie de kiosco y era una pensionada, pero es como ahora, los jubilados y pensionados no ganan una moneda. Laburé en una pollería y huevería, me levantaba a las cinco de la mañana para repartir pollos y huevos, y a seleccionar huevos. Me volvía en bicicleta al mediodías, después me volvía a ir a la facultad, empezaba 18:30hs o 19hs, y me quedaba hasta las 23:30hs o 00hs cuando terminaban las clases. En ese momento era de lunes a viernes, y había que estudiar porque no quedaba otra. Me quedaba dormido en el colectivo. Al otro día otra vez, levantarse a las cinco de la mañana para trabajar. Así me banqué el estudio y me recibí de periodista, laburando y estudiando.

– ¿Tuviste otros trabajos? ¿Recordás lo que hiciste con tu primer sueldo de periodista?

– Si, laburé de todo. Hice changas, tenía una primo que tenía una compra-venta, iba cuando estaba en la secundaria para no sacarle plata a mi vieja y poder salir el fin de semana. Iba a laburar con primo, a desarmar cosas, llevar cosas en los fletes, compraba cosas y las vendía. Laburé también vendiendo bijouterie por la calle. Cuando eramos chicos y jugaba Central Córdoba, vendíamos «La Voz Charrúa», que era un semanario para la cancha y con eso también salíamos. No me acuerdo la cantidad de cosas que hice, pero siempre buscaba trabajar para no sacarle plata a mi mamá. Atendía el kiosco también, cuando podía. No recuerdo lo que hice con primer sueldo de periodista, estoy más que seguro que lo compartí con mi madre. Tampoco eran grandes sueldos. Si me acuerdo que cuando me dieron la tarjeta de crédito en el trabajo, fui a comprar al supermercado con mi vieja y le llené la heladera.

– ¿Te considerás la voz del ascenso?

– No, no me considero la voz de nada. No me considero ni la voz del ascenso ni de la Copa Argentina. Soy simplemente un relator de fútbol, simplemente eso.

– ¿Quiénes eran tus referentes de chico?

– Eran muchos. Escuchaba mucho la radio, y después empecé a ver la tele, no había tanta tele en mi época y era un solo partido. Obviamente que los referentes fueron cambiando. Empecé a escuchar la radio con Múñoz, fue mi primera incursión. En mis oídos penetraba el relato de Múñoz, los comentarios de García Blanco, Juan Carlos Morales, era extraordinario. Después llegó Víctor Hugo Morales, todos nos pasamos a su lado. Siempre fue un referente muy importante. Nosotros creo que no somos periodistas deportivos, somos periodistas de fútbol, pero periodistas deportivos en los cuales siempre me fijé eran Gonzalo Bonadeo y Juan Pablo Varsky. Los considero grandes periodistas deportivos, que honran y dignifican esta profesión. Marcelo Araujo también me cambió la cabeza, y el gran Macaya. Después Walter Nelson, Paenza y Ramenzoni, son todos referentes importantes, con los cuales hoy tengo la suerte de compartir trabajo y ser amigo.

– ¿Cómo surgió la frase de «tremendo ñoca»? ¿Pensaste que se iba a volver popular?

– No, no pensé que se iba a volver tan popular. Una vez, Walter Nelson me dijo «nunca busques la frase, la frase va a llegar sola y te la van a marcar los hinchas». Y hoy, esos dichos de Walter se ven reflejados en las redes. Entonces en las redes se viraliza hoy, en los nuevos tiempos, y hace que la frase tome o no popularidad. En realidad salió en un partido de Copa Argentina, yo la había dicho varias veces, y tiene que ver con el idioma que usábamos nosotros de hablar al revés. El personaje de Juan Carlos Altavista, Minguito, en Polémica en el Bar, siempre hablaba al revés. Y cuando eramos pibes, hacíamos lo mismo de hablar así. Nosotros cuando tirábamos caños en el barrio, decíamos «mira que ñoca que hizo» y se reían, como hacen ahora y me parece bárbaro. Surgió de un partido que se jugó creo que en cancha de Unión, jugaba Atlético Tucumán, y creo que Acosta tiró un caño y dije esa frase. De ahí se viralizó.

– Algo que no puedo dejar de lado es el mundial ¿Cómo ves a la Selección Argentina?

– Yo creo que ha generado una esperanza, una ilusión, que no se ve desde la época de Marcelo Bielsa. El problema es, que siempre nos creemos campeones antes de jugar. Si puedo hacer un análisis previo y remarcar cosas importantes de esta Selección, te digo que juega bárbaro, está asentada, unida, tiene un grupo fenomenal y ha logrado un nivel de entendimiento afuera y dentro de la cancha que los pone como candidatos a ganar la copa. Aparte tenés el plus de tener al mejor jugador del mundo que está en un momento sublime, con 35 años. Estamos viendo de nuevo al mejor Messi, al Dios del fútbol, es un monstruo, un extraterrestre. Y obviamente que tenemos esperanza. Pero yo tengo una postura, en los mundiales no siempre gana el mejor, es como te levantes también. Son mano a mano, como la Copa Argentina, y te levantaste mal un día y te fuiste. Pasó con Marcelo Bielsa, esa Argentina jugaba extraordinario, y no pasamos la primera ronda porque tuvimos una mala racha de tres partidos. Entonces, Messi sabe que es su último mundial y eso me da mucha más esperanza. He dicho en un montón de notas, que no sé si quiero tanto que salga campeón Argentina, quiero que salga campeón Messi. Creo que el fútbol le debe la copa del mundo a Lionel. Pero insisto, en el mundial no siempre gana el mejor y te puedo dar ejemplos concretos. En el ´82 Italia no era la mejor, para mí era Brasil, pero terminó siendo campeona. Lo mismo ocurrió en el 2006. No sé si Argentina en el ´86 era la mejor del mundo, pero tenía a Maradona y tuvieron un campeonato extraordinario, bien armado por Bilardo. En el ´70 si, ganó la mejor Selección del mundo. Los mismo pasó en 2010, la mejor era España y lo coronó con un mundial.

– ¿Hay algún hecho en tu carrera que te haya marcado?

– Como hecho en sí, tiene que ver con la intimidad de uno. Me acuerdo que cuando fallece mi madre, yo estaba en una cancha. Y me preguntaba, ¿qué tengo que estar haciendo yo acá? Tendría que estar con mi mamá. Pero el laburo me llevaba a eso, a trabajar y trabajar. Nos enseñaron a trabajar y estar siempre al pie del cañón, y esmerarte y conseguir méritos para llegar a un lugar. Esa fue la enseñanza que me dejaron mis padres. Lo que pasó me marcó, y dije que la próxima vez que suceda algo así me voy a ir. Primero están los afectos, después está el fútbol y todo lo demás. A nivel profesional, me marcó Fútbol de Primera. Fue una gran escuela, fue primaria, secundaria, facultad y licenciatura en cómo hacer periodismo. Ellos formaron el periodista que soy hoy.

– ¿Cumpliste todos tus sueños como profesional o le falta algo a tu carrera?

– Yo creo que si. Relate todo lo que quería, mundiales, varios eventos, clásicos. Hice mucho más de lo que pretendía. Igualmente, el ser humano tiene que perseguir sueños hasta el último día de su vida. De eso se trata, seguir soñando. Soñar no solamente con hacer cosas en la profesión, sino tener sueños individuales, colectivos, con amigos, la familia. Uno siempre está persiguiendo sueños. Ahora si me decís en la carrera, si, ya está. ¿Qué más quiero? Igualmente, no me veo relatando de viejo. Siempre le digo a mis amigos, cuando vean que yo no veo más y no acierto un jugador, sáquenme de la cabina. Porque uno no se da cuenta, y no se quiere retirar nunca de lo que ama, pero todos envejecemos. La única certeza que tenemos en esta vida es que cuando nacemos, sabemos que nos vamos a morir. Hay que transitar esta vida lo mejor posible y seguir persiguiendo sueños.

Por: Ezequiel Olivera