Camila Soprano: fútbol, docencia y arte
La ex jugadora de Talleres de Remedios de Escalada habló con Sector Prensa sobre sus inicios en el fútbol, su trabajo como docente de arte y sus proyectos a futuro.
Camila Soprano, actualmente sin club en AFA, pasó por equipos como Talleres de Remedios de Escalada y El Porvenir. A pesar de encontrarse libre, y con un título de entrenadora, expresó su deseo de buscar un nuevo equipo para 2023, aunque tampoco descarta ser formadora. Además de formar parte del mundo deportivo, trabaja como docente de arte e incursionó por diferentes profesiones, una de ellas fue animadora de fiestas infantiles. Conocé su historia.
SP: – ¿Cómo llega el fútbol a tu vida?
CS: – Una amiga, que nada que ver con el fútbol, vio un torneo que se organizaba en Banfield, en canchas de sintético. No estaba de moda aún, y había pocos torneos para chicas. Ella quiso armar un equipo de amigas, que por cierto eramos un desastre, y nos dirigía su primo. Ahí me enamoré y no paré más. De chica había ido a una escuelita de mi barrio, en Lanús, pero cerró y se cortó todo. De las chicas de ese equipo, ninguna volvió a jugar. Fue una experiencia colgada, no eran futboleras. Nos divertimos jugando. Yo seguí jugando, me enganchaba con cada equipo que le faltaba una jugadora. Un día, yendo a jugar en Lomas de Zamora, enfrentamos a las chicas de la Universidad de Lanús. Me acerqué a preguntar días y horarios de entrenamientos, esas chicas hoy son mis amigas. Así empecé a entrenar con ellas. Jugábamos fútbol 7 universitario, participamos de varios torneos. De hecho, me tuve que anotar y estudiar para poder jugar.
– ¿Cómo se da la oportunidad de jugar en AFA?
– En ese momento no se hablaba mucho de fútbol 11, solamente había Primera División y Primera B. Un día, no recuerdo si me dijeron o lo vi, me enteré que hacían pruebas en El Porvenir. Fui y quedé, eran muchas chicas pero el equipo estaba como armado. Ese año venían de ascender a Primera. Esa fue mi primera experiencia, tenía muchas limitaciones, en ese momento eran más alevosas. El profe que tenía, Gustavo Guzmán, me enseñó la función del 5, yo no sabía mucho de táctica y posiciones en la cancha. Entrenamos y a las dos semanas empezó el torneo, mi primer partido fue contra UAI Urquiza, estuve en el banco. Entré al partido en el segundo tiempo.
– ¿Te gustaría volver a jugar en AFA?
– Hoy estoy sin club, jugué en Talleres desde 2019 hasta 2021. En febrero, el profe que estaba en el club me dejó libre. Ahora estoy entrenando, no sé que haré al año que viene. Obviamente que quiero jugar, me encanta, pero entiendo que es un ritmo que, a veces trabajando, es difícil mantener. Es complicado encontrar clubes con la distancia, los viajes y demás.
– ¿Te gustaría dirigir o estar ligada desde otro lugar?
– Me gustaría dirigir, hice el curso de entrenadora que dura tres años, tengo hasta el segundo hecho. No tengo las licencias porque no hice los trámites, pero hice el curso porque tenía esa idea. Pero no sé si hoy me gustaría, hay cosas del ambiente que son difíciles y no me considero con las ganas y la paciencia. Me gustaría dirigir a los más chicos, no tanto mujeres, sino formativos. Pero fue un interés que tuve. Después, haciendo el curso, fue como que decanté un poco y me centré en mi trabajo. Pero a futuro nunca se sabe, aunque todavía tengo ganas de jugar.
– ¿Cuál es el mejor momento que te regaló el fútbol?
– Me hizo feliz muchas veces y por mucho tiempo. Lo disfruté mucho. Tuve momentos malos, como pasa en todos los ámbitos. Pero le agradezco mucho al fútbol, me trajo muchas amistades, me llevé una amiga de casi todos los lugares en los que jugué. Me acuerdo también de mi debut, fue en el primer aniversario del fallecimiento de mi abuelo. También, el fútbol me unió mucho con mi papá. Él siempre me fue a ver desde el primer partido.
– ¿Tu papá se hizo tu fiel seguidor?
– Mi papá es un crack. Tengo dos hermanos varones, pero ninguno juega al fútbol. Desde el primer momento le gustó ir a mis partidos. Con mis amigas lo cargábamos, le decíamos el hincha de Camerún, la historieta de Quino. A veces lo veías solo en la tribuna, se convirtió en un personaje muy conocido, me seguía a todos lados durante diez años.
– ¿Sos docente de arte, hace cuántos años? ¿Dónde trabajás actualmente?
– Si, soy docente de arte. Actualmente trabajo en una escuela especial, hago doble turno. También hago otras cosas por mi cuenta, vendiendo arbolitos de Navidad, pintando y vendiendo mates. Como docente no sé cuantos años llevo, creo que cuatro años. Pasé por varias escuelas. Hice el profesorado y no empecé como docente, había entrado en un local donde pintábamos banderas de egresados, Después entré a trabajar en primarias y secundarias, hice suplencias, hasta que conseguí mi primer cargo en 2020.
– ¿Por qué la elección del arte? ¿Qué experiencias te va dejando?
– Desde chica siempre pinté y dibujé, ya se veía que venía por el tema del arte. Quise estudiar arte pero no con la intención de ser docente. De hecho, empecé estudiando una tecnicatura en una universidad privada y cambié, no sólo por lo económico, no estaba convencida porque recién salía de la secundaria. Estaba en la pavada normal de la adolescencia. Después tomé la decisión de volver y quise meterme en este instituto publico, pero no lo hice pensando en el futuro sino por el placer de estudiar algo que me gustara. Si bien me encantan los deportes, y la gente me dice que hubiera estudiado algo tirado a eso, eso fue como un amor que descubrí tarde y siempre lo vi como un hobbie. Y lo artístico es algo muy mío, muy yo. Hice el profesorado y se fue dando, no es que pensaba ser profesora ni nada por el estilo. Mi mamá me insistió de agarrar unas horas cuando me recibí. La docencia tiene su lado bueno y malo, hubo escuelas donde no la pasé bien y donde me expresé mucho, y tenía muchos alumnos. Hay grupos y edades que son más complicadas. Después estuve en escuelas que fue muy gratificante. Los profesorados te preparan para una realidad que, cuando estás adentro, decís «a mí no me enseñaron esta parte». Te vas haciendo en la marcha. Hoy, en la escuela especial tengo un buen vínculo con los alumnos.
– ¿Anteriormente trabajabas animando fiestas infantiles?
– Mi primer trabajo fue en un bar, de mesera. Cuando quise cambiar, conseguí trabajo en un salón de fiestas infantiles. Empecé cuidando a los chicos, después me fueron enseñando hasta que animé fiestas. Era un trabajo que estaba bueno, me acomodaba para estudiar porque no eran tantas horas ni tantos días. Las fiestas infantiles duran tres o cuatro horas. Podía jugar al fútbol, también podía mantener mi carrera.
– ¿Cómo era combinar docencia y fútbol? ¿Tus alumnos sabían que tenían una profe futbolista?
– Es algo que algunos sabían, aunque yo no era de contarlo. Los alumnos de secundaria, sobre todo de 13 y 14 años, te preguntan sobre tu vida y algunos sabían. Les interesaba mucho. Aparte, yo muchas veces llevaba la mochila y adentro tenía los botines, salía y me iba al club. También me ha pasado de ir a jugar y que en la cancha de al lado estén mis alumnos. Yo trabajaba hasta las 17hs, en Talleres entrenábamos después de las 18hs y podía coordinar los horarios. Pero bueno, a veces llegaba muy cansada porque cansa estar mucho tiempo en un aula con tantos chicos. Practicar un deporte amateur es muy difícil por eso, porque uno tiene su vida y tiene que sustentarse de otra forma. Y el cuerpo te pasa factura, por el cansancio y las horas de sueño. Pero agradezco que mi trabajo me permitió hacerlo.
– Si no fuera arte y fútbol, ¿qué hubieras elegido para tu vida?
– No se me ocurre una tercera cosa, pero creo que hubiera sido por el lado de la estética. Algo tipo maquillaje, peluquería, algo para ese lado. También algo relacionado con los animales, me gustan, aunque no me veo siendo veterinaria.