martes, enero 7, 2025
DestacadasPersonajesSociedad

¿Sabías que existían los lazarillos en las carreras?

Dialogamos mano a mano con Martín Demarco, quien se desempeña en esta actividad, para que nos cuente acerca de la misma. Los entrenamientos, palabras claves, las historias y la poca difusión, entre otras, fueron algunos temas.

Ser lazarillo es una función más que importante para aquellas personas no videntes que tienen el deseo de correr, pero muy poco conocida. Sector Prensa dialogó con Martín Demarco, vecino de Merlo que se desempeña en ese rol, y expresó que quienes deseen participar «se van a encontrar con algo muy superior». Además, destacó que «tienen una resiliencia muy contagiosa» y «un humor espectacular». Por otra parte, señaló que la poca difusión genera inconvenientes como autos en medio de las carreras o que muchas personas no puedan realizar esta disciplina por falta de guías. Sus emociones al principio, la experiencia que le dejó, la preparación incluso hasta para una eventual caída y demás, formaron parte de la entrevista.

«De principio es rara, en lo personal es algo que yo estaba buscando hace mucho porque me interesaba, me daba curiosidad. En el ámbito de lo que es un lazarillo deportivamente, al principio es medio difícil de disfrutar, si es el caso de que uno quiera disfrutarlo, porque hay una cuestión de mucha responsabilidad que se siente. Los chicos están muy pendientes a lo que decimos, vemos y transmitimos, incluso hasta de nuestro tono de voz. Ellos se manejan si vos les decís la palabra ‘alto’, que la usan para sortear la loma de burro o algo alto. Y en el caso de que el piso esté roto, ellos se dan cuenta de cuánto lo está según tu tono de voz. Y cuando hay un cordón o algo que hay que bajar, ellos están muy pendientes a que vos digas la palabra ‘bajo'», explicó.

«Son cosas que uno tiene que ir aprendiendo, pero también la manera o la anticipación para decirlo. Por eso uno va atento y siente mucha responsabilidad, porque si se caen, uno imagina que caerse con los ojos cerrados debe ser terribles. Pero no es tan así. Ellos están muy preparados, incluso para caerse, es algo que está muy latente. Una vez que pasa ese momento, que dura un par de entrenamientos, es algo muy agradable y emotivo. Yo tuve la suerte de correr tres carreras, varios entrenamientos, con tres personas diferentes. Con Flavia, José y Omar. Es muy emotivo llegar a la meta con ellos. Para quien se anime y quiera dar una mano, se van a encontrar con algo muy superior», expresó en relación a la actividad.

Sus sensaciones en los comienzos: «Tuve nervios y miedo. Pero primero sentí incertidumbre, que eso me da mucho ansiedad. El día del entrenamiento estaba muy nervioso, tenía miedo de que algo no me salga bien y que ellos la paguen», dijo Demarco.

¿Cómo es el entrenamiento?: «Es genial. Es muy distinto a correr solo, porque son gente que tienen un humor espectacular. Tienen una resiliencia muy contagiosa, si uno quiere contagiarse. Mientras más permeable sea uno, mas se va a dejar penetrar por la vida que ellos tienen y lo que les ha pasado. La mayoría de los que conozco no nacieron ciegos, se quedaron ciegos. Pero así y todo, salieron a correr y no se quedaron estancados. Por supuesto que cada uno ha tenido su proceso», contó.

La falta de difusión: «Hay poca difusión, incluso en las carreras a beneficio. La gente que hace carreras a beneficio, son en situaciones importantes como la donación de médula (la carrera de Nahuel), para comedores, quizás no maneja tanto las redes y se ayudan con los que se anotan porque van difundiendo en las suyas. Esta última carrera fue con juguetes nuevos para los chicos con cáncer, y también para la donación de médula. Y con respecto a la organización, muchas veces los municipios colaboran con darte un predio, pero no te pone a la gente de tránsito a cortar las calles y es peligroso para todos. No solamente corre la gente no vidente, también estamos nosotros y es complicado que haya autos que cruzan en el medio de las carreras. Hay veces que hay muchísima empatía de la gente que corre, pero hay otras que no y les resulta incómodo. Estaría bueno recurrir al sentido común. Si ves a dos mil personas corriendo, ya sean ciegos o no, que tengan empatía», subrayó.

Por otra parte, se refirió a cómo logra equilibrar el ritmo con la persona que guía: «Con el entrenamiento. Es una parte que entrenándose, se puede lograr sin ningún problema. La persona tiene que correr a su ritmo. Yo soy un poquito más rápido que ellos, a mí al principio me costó y me llegó a doler la cadera, pero le agarré la mano. El tema de la concentración, es algo con lo que estoy luchando todavía porque yo me desconcentro muy rápido, para ellos es terrible. Si vos no estás concentrado, ellos lo pagan. En lo particular, a ellos les gusta que yo les vaya hablando, les voy contando lo que pasa a su alrededor, porque intento que su carrera sea lo más rápida posible. A veces desconcentrarse, está muy bueno. Poder pensar un poquito en lo que pasa a tu alrededor, y no pensar en los kilómetros que te faltan, a ellos les viene bien, me lo han dicho. Les gusta que le cuente lo que hay a nuestro alrededor cuando corremos en Palermo, por ejemplo, o en Puerto Madero», detalló.

«Yo destacó que la fuerza y resiliencia que tiene esta gente. También, que algunos dejan de correr por falta de lazarillos, no hay mucha gente que haga esto. Ellos, todos los domingos largan a las 8:30hs desde la Plaza Buján, en Moreno. Si alguno quiere acercarse, Guillermo se llama el profe de ellos. Son gente muy dispuesta, con ganas de incorporar gente que tenga buena onda. Le puedo asegurar a cualquiera que quiera ser lazarillo, van a encontrar algo muy reciproco y van a recibir más de lo que pueden dar. En mi experiencia, te abre la cabeza, te cambia la vida, te enseña a mirar de otra manera los mismos problemas», concluyó.