miércoles, septiembre 18, 2024
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Pablo Díaz: «para la justicia, está siendo más anécdota que justicia»

Uno de los sobrevivientes de la famosa «Noche de los Lápices», quien estuvo secuestrado en un campo de concentración, recordó lo que vivió junto a otros estudiantes y apuntó contra la justicia.

El 16 de septiembre se conmemoró un nuevo aniversario de «La Noche de los Lápices», en ese marco Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquella jornada, dialogó con un medio radial. Allí, relató lo que vivió al ser privado de su libertad por casi seis años, brindó detalles de la película y criticó a la justicia, a la cual acusó de tomar los crímenes de lesa humanidad como «una anécdota».

«Vengo diciendo de que he pasado años en soledad, con respecto a la historia en si misma, la conmemoración y las charlas. Y este año, paradójicamente, empecé a dar charlas hace cuatro meses y tengo hasta noviembre. No es un dato común, tener tantas inquietudes de charlas en cuanto a los jóvenes o profesores y docentes. Veo una necesidad. Hay una necesidad del presente muy grande, respecto a dónde están, qué pueden hacer y hacia dónde se puede ir. Yo no tengo esas respuestas pero si se puede charlar desde el punto de vista de sobreviviente y militante. Podemos ser militantes de la vida como de agrupaciones políticas», contó en Radio Búnker 94.9, en el «Tanke de Búnker» (lunes a viernes, de 10 a 13hs).

La juventud en la actualidad: «En principio, nos dicen la educación hacia adentro del edificio, la resistencia afuera. El sector social más popular, la resistencia afuera, y tratando que hacia adentro del edificio del colegio se entienda que tienen conflictos sociales, tanto a nivel personal como colectivo. En algunos colegios de barrios populares ya no son centro de estudiantes, sino comisiones de juveniles. Los docentes están más preocupados en la naturaleza de odio y violencia. Ellos no son de derecha por ideología, pero tienen un distanciamiento del amor por la supervivencia que deben tener, o la que pueden estar viviendo como presión social dentro de sus barrios. Muchos alumnos me preguntan qué fue la dictadura y el por qué, cuando nosotros creemos que ya lo saben. Hay un cierto divorcio con respecto a la realidad que podemos ver, a nivel clase social, o con respecto a la realidad que ellos ven. Ellos sobreviven en el territorio, y si mundo no es el turístico», analizó.

«Por el otro lado, dentro de la clase media, están los centros de estudiantes donde los compañeros si están en una instancia social partidaria, mucho más intensa, y tratan de ser militantes. Ellos preguntan cómo se pueden trasladar a esas comunidades, para tratar de buscar a esos chicos que tienen violencia y odio. La primera pauta es el amor, la segunda es la sensibilidad social y la tercera generar las transformaciones de derechos sociales, gremiales o políticas que los acerque y cubra», agregó.

Díaz, relató su llegada y lo vivido en un campo de concentración: «Estuve una semana, era un campo de tortura continua. Después pasé a Banfield, ya con el traslado final o la desaparición eterna de siete chicos».

«Al margen del por qué duró tanto el traslado final, fue a la espera de los partos clandestinos. Cuando ya se sucedieron todos, me llegó el salvoconducto porque mis padres pagaron como un secuestro extorsivo con sus bienes, a un supuesto coronel. El salvoconducto me llegó con la amenaza de que no cuente, no diga nada y no sea testigo. Estuve cinco años preso en una cárcel, ya legalizado. El salvoconducto era para que no me maten», completó.

La noche de los lápices: «Era el secuestro sistemático de los estudiantes secundarios de La Plata, que generaban cierta resistencia a la dictadura militar y peleaban por la reapertura de los centros de estudiantes, estaban prohíbidos», explicó.

Consultado por cómo salio luego de casi seis años privado de su libertad, indicó: «Sigo escribiendo poesía, como lo hacía antes de que me pasará lo que me pasó. El adolescente tiene una capacidad de amor, que si lo consolida a lo largo de sus años, va a tener siempre besos públicos. Entonces yo pude consolidar el amor y la sensibilidad social de mi adolescencia, con respecto a los pasos de los años».

«Yo hice la película para volver a ver Claudia, no la hice para todos. Pero entiendo que sirve para todos, lo respeto y creo que es necesario. Yo no escondo ese amor, es válido. Hoy, La Noche de los Lápices es una historia de amor para los adolescentes. Es la historia de amor que quieren, sueñan y desean. Sigo hablando con la familia de Claudia, con la familia de todos los chicos», reveló sobre la película.

«La película tiene dos partes. Una es la ficción, donde entramos los siete juntos, que por ahí no lo estábamos pero había que tomar la vivencia de los siete. Y a partir de los secuestros, tiene la cronología de la verdad total, con algunas implicancias. Nosotros no estábamos vestidos, las torturas eran peores, estábamos más abandonados en el calabozo. Yo no salgo caminando, salgo alzado por los guardias. Cuando a mí me sacan, a los chicos los drogaron y mataron en el sótano, no se sabe donde los enterraron», completó.

«Yo fui al juicio creyendo en la justicia terrenal y divina. Dije ´voy ante la justicia, sabrán lo que me pasó, lo que vivimos´. A 46 años, hoy sigo dando testimonios en juicios. Pero veo tres jueces que se quieren ir rápido a sus casas, viven en un country y no pagan ganancias. Ya saben que van a dar arresto domiciliario a los condenados. El crimen de lesa humanidad, es el crimen de los crímenes en el mundo. Para la justicia, está siendo más anécdota que justicia», concluyó.