viernes, septiembre 20, 2024
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Reflexiones sobre el presente y futuro del justicialismo

Opinión: Micaela Díaz, militante Peronista. En estos meses, conmocionados para todo el arco político, una serie de reflexiones -quizá políticamente incorrectas- pero sinceras de una militante sobre el presente y futuro del movimiento nacional.

No es sorpresa que tras tamaña derrota electoral, el peronismo se encuentre no sólo en una sino en varias encrucijadas, que, si bien lo veníamos advirtiendo, de haberlas discutido a tiempo hoy estaríamos frente a un panorama totalmente diferente. Sin embargo, no estoy de acuerdo con muchos que insisten en la crítica vacía a la dirigencia remontándose a 2019, a la elección de Alberto como candidato. Caímos en esta debacle desde el momento en que nos dedicamos a dar discusiones erradas, pequeñas, en cuanto perdimos de vista que para lograr ganar la elección nuestra campaña no podía basarse en advertir que con los otros se pierden derechos, en su lugar, debía basarse en enardecer al pueblo en la lucha por la emancipación nacional dejando en claro que somos nosotros quienes la damos y daremos siempre.

Es un error enojarse con compañeros por criticar a nuestras dirigencias, cuando la militancia venía reclamando respuestas sobre qué se va a hacer para mejorar la vida de la gente y cómo, y aún más, quienes tenían que decirlo al Pueblo, no lo han hecho. A pesar de que nosotros entendamos que las respuestas a esas preguntas que da Javier Milei son erradas, son en definitiva, respuestas que el Pueblo encontró en él y no en nosotros.

 Quizá la palabra justa no sea debacle y no quiero irme por las ramas intentando analizar por qué perdimos las elecciones, que es otra vez, no distinguir cuál es el punto importante de la discusión: ¿Por qué el peronismo dejó de representar al Pueblo? Pregunta que a todos nos cuesta hacer y responder con sinceridad. Todas mis conclusiones me hacen regresar a lo mismo, es en parte, los errores constantes en la elección de los debates que se dan, sin ir más lejos, la semana pasada hubo sectores del movimientos entusiasmados en ningunear y discutir sí la CGT continua siendo la columna vertebral del movimiento o no lo es porque estuvo de acuerdo o no con determinada medida del macrismo, y en medio del paro general y por estas discusiones -perdonen la digresión- a mi criterio banales, se dejó por fuera un tema importantísimo para un paro que se hacía como reclamo de los trabajadores (formales): casi más del 55% de los trabajadores en argentina son informales y aún no tienen representación ni convocatoria. Los mismos que en su mayoría encontraron esa representación eventual en Milei, cuando tuvo que ser encausada por el peronismo, que es el movimiento de los trabajadores. En fin, una de las tantas tareas que debemos darnos es la de volver a convocar a esos sectores que no son, contrario a como afirman algunos despolitizados, enemigos de la política, en su lugar, están compuestos por 1- antiguos votantes del peronismo que después de 4 años de macrismo y de esperar respuestas de la gestión supuestamente peronista que le siguió, no las obtuvieron y su calidad de vida empeoró, y en conclusión, fueron 8 años en los que la política tradicional no les dió respuesta 2- un porcentaje de voto antiperonista tradicional 3- una camada de jóvenes que sólo tiene memoria de esos últimos 8 años. Sobre el tercer punto, quiero hacer un paréntesis sobre problemáticas que afectan a los jóvenes de 15 a 25 años (y también a argentinos de otras edades), pero para explicar ese voto y el desencanto de algunos jóvenes con el peronismo:

1- Respecto a lo material, la imposibilidad de ver a futuro la posibilidad de tener nuestra propia vivienda o de alquilar siquiera, por lo menos en lo que respecta a la ciudad de Buenos Aires (donde muchos vienen a estudiar) y de obtener trabajo formal dado a las altas exigencias para postularse a estos y su poca oferta, se terminan aceptando trabajos informales en condiciones deplorables. Como todo es político y esta concatenado con lo otro, se relaciona con el siguiente punto:

2- El crecimiento e imposición del discurso liberal meritocrático -proceso que inicia con el menemismo- de que uno solo puede, sin ayuda de nadie y que con su solo esfuerzo es suficiente, implica intrínsecamente que el otro no importa, destruye el sentido de comunidad y sostiene entre otras cosas, que el empleado es un costo, no un factor determinante en el crecimiento de las empresas, entonces, al encontrarnos en una situación económica tan terrible, si uno no acepta el trabajo en esas precarias condiciones, otro lo hará por necesidad.  Esta visión liberal sostiene que la vida gira únicamente alrededor del lucro y el consumo.

En cuanto a las empresas y el trabajo, el peronismo encuentra y plantea un punto de equilibrio: mantener los objetivos individuales y lucrativos pero también contribuir al bienestar social. Retomando a la concepción humanista que nos caracteriza, el concebir a cada argentino cualquiera sea el trabajo o función que cumplan como ser valioso y fundamental, (seres compuestos por dos partes, materia y espíritu) su actividad privada debe coincidir con el fin último del bienestar social, y para esto se le ayudará y facilitaran las cosas a quienes contribuyan con el mismo.

«El hombre es principio y fin de la comunidad organizada, por lo que no puede haber realización histórica que avasalle la libertad de su espíritu»

-Juan Domingo Peron.

 El peronismo no busca restringir la libertad, sino, imponerla y garantizarla para todos.

Retomo el punto, que considero fundamental para comprender lo que está pasando con los jóvenes y por qué seduce el discurso de Javier Milei.

Partiendo con este sentimiento generalizado de que “el otro no importa” generan a su vez una sensación de que todo es efímero (nada trasciende) y que todo tiene que ser ya (consumismo) con el trasfondo de que los jóvenes se entiendan intrascendentes, en otras palabras, sintetizando un discurso antipolítica  “nada de lo que intentes hacer va a cambiar las cosas, entonces, ¿Qué importa? que lo resuelva otro.” O “seguramente no se esforzó lo suficiente y por eso está como está y le pasa lo que le pasa”

Individualismo liberal que se traslada a nuestra extraña forma de vincularnos, tanto en amistades como en términos amorosos. Por ejemplo, somos una generación que se caracteriza por la abundancia de los “casi algo” que esconde la falta de compromiso y responsabilidad por lo que uno siente y le pasa al otro. ¿Es casualidad que ya no hablemos de relaciones sino de “vinculos”?

A las claras se ve la intencionalidad de estos discursos: que los pibes y pibas, que generalmente somos los que más tiempo, energía, y ganas disponemos, los mismos que a lo largo de la historia tanto nacional como mundial fuimos una gran fuerza impulsora de lucha y resistencia y que obtuvimos incontables conquistas, no nos interesemos en cambiar las cosas, en mejorar otras realidades, no militemos, no nos organicemos, no molestemos al poder y seamos ignorantes y egoístas, una generación que no piense y sea servil a su propia decadencia.

Retomando a la pregunta de por qué dejamos de representar, dos discusiones no fundamentales pero sí constantes que se están dando en nuestro movimiento: por un lado, la de insistir en medir qué tan peronista es el otro de acuerdo a si critica a Cristina o no, y la desesperación por buscar una nueva conducción del movimiento. Ambas cuestiones con las que no estoy de acuerdo discutir demasiado porque, de nuevo, se desvían de las discusiones principales. Sobre la primera, más que crítica lo que debe hacerse es, en primer lugar, autocrítica. En segundo lugar, justamente, hacer, replantearse el lugar en que pone cada uno la militancia y como contribuye al crecimiento del movimiento, en tercer lugar evaluar el para qué, y finalmente, la crítica. Uno no es más ni menos peronista por estar de acuerdo o no con ciertas formas de hacer las cosas. Es necesario ser críticos con todos, no con algunos.

Valga la redundancia que gran parte del hartazgo popular es la sensación de que constantemente nos echamos culpas los unos a otros, no solo dentro del movimiento sino en la política en general, y nadie resuelve los problemas de la ciudadanía. Es una cuestión discursiva, pero que, en definitiva, autosatisface a “los del palo” mientras molesta a muchos otros. Entre errores comunicacionales que seguimos sin resolver, mientras hay hambre y pobreza galopante en el pueblo, hablamos durante meses continua y únicamente de los abusos del poder judicial y persecución a Cristina, que para el peronismo es una figura importante -sino es la más- pero para otros tantos “es una política y ya” nos muestra alejados de la realidad del país por fuera de nuestro círculo militante. Y que no se malentienda, no digo que hay que hacer como si nada mientras la persiguen, digo que debimos hablar con la misma frecuencia e intensidad del proyecto de país que le proponemos a los argentinos.

Justamente, Cristina en esto es muy clara : Hace años insiste en que las principales problemáticas que hoy atraviesan la Argentina son la economía bimonetaria, el anarco capitalismo financiero mundial y nuestro debilitadísimo sistema democrático.

La tarea de por un lado volver a explicar en qué consisten las banderas del peronismo y por otro, cómo lo logramos y volveremos lograr. Porque la historia nos ha demostrado que es imposible subsistir si todos somos liberales, por eso la importancia de alcanzar la Comunidad Organizada, porque somos conscientes de que nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza y estamos convencidos de que nuestros ideales y concepción filosófica son posibles de extender: representan la idiosincrasia argentina profundamente humanista. Los militantes debemos tener la capacidad no sólo de persuadir sino de predicar.

Respecto a la segunda cuestión, no comprendo la desesperación por buscar quién conduzca cuando lo que nos han demostrado los últimos años es que el peronismo necesita resolver el qué, el cómo, y de vuelta, el para qué. No es tan importante el quién sino tenemos en claro qué queremos para la Patria, para qué queremos llegar a gestionar y cómo vamos a llevar a cabo el proyecto de liberación nacional. Para esto tenemos que dejar todo tipo de sectarismo, primero en nuestro propio partido donde pareciera que se mide quién es más peronista y quien no, cuando lo somos todos los que luchamos por la liberación de nuestra Patria y la revolución justicialista. Luego, emprender un gran acuerdo político en donde se marquen pautas mínimas de convivencia entre todas las fuerzas políticas y de compromiso con el pueblo argentino de mantener, o ahora, de recuperar (gracias al endeudamiento macrista con el FMI y políticas vendepatria de Milei) la independencia económica, la base donde se asienta la posibilidad de nuestro desarrollo como país.

Independencia económica que, contrario a como lo hacen ver los sectores antiperonistas, (como si fuera una mala palabra y suponiendo que, en criollo, nos referimos a la intención o búsqueda de fabricar todos los productos posibles y cerrar todas las importaciones, suponiendo también “aislarnos del mundo”) La independencia económica que busca el peronismo consiste y se sostiene en realidad, en un ejercicio de su soberanía política, es decir, en lograr que nuestra Patria pueda elegir su propia política económica sin condicionamientos externos más que su propia autodeterminación para el desarrollo de la Nación.

Lamentablemente, las experiencias de nuestra historia económica nos anticipan el fracaso estrepitoso de este gobierno. Para recuperarnos, el único camino será la unidad nacional tanto del argentino común como el de las empresas y fuerzas políticas. Un compromiso básico de no destrozar el país cada vez que asuman y de cada argentino en colaborar para su bienestar: con esto me refiero a quienes con tal de llevarse ganancias extras ponen, por ejemplo, precios excesivos en alimentos sin pensar en el resto. Me refiero a los que no liquidan los dólares de las exportaciones y hacen lo imposible para sacar un “extra” de millones y millones, a los que se hacen llamar periodistas y día a día con titulares inventados le mienten a los argentinos, a los que hablan de democracia y república mientras sacan fallos a favor de las grandes corporaciones, y no permiten ningún tipo de medida a favor del pueblo argentino, (por ejemplo, durante el gobierno de Alberto los decretos del poder ejecutivo que buscaron regular las tarifas de la luz, gas, y cable) o declaran inconstitucionales los proyectos de ley del poder legislativo con esos fines. Cancelan elecciones y deciden a quien puede elegir el Pueblo y quien no (elecciones de San Juan y Tucuman, proscripción a CFK, etc.)

Que no se crean que los argentinos ignoramos el plan sistemático que intentan imponer no sólo acá, en toda Latinoamérica. Sabemos bien que vienen por nuestros recursos (muestra evidente, intentar derogar la Ley de Tierras, guiños a Elon Musk cuando habla de quedarse con nuestro litio, intentar privatizar YPF), sabemos que quieren volver a una Argentina colonial, donde nuestra industria, desarrollo científico, cultural y tecnológico no exista, donde los trabajadores no seamos más que mano de obra barata y los estudiantes estemos cada vez menos formados para ser críticos, y ninguno pueda organizarse en contra de sus políticas.

Saben que tenemos todas las condiciones para ser un país altamente competitivo. Por eso, por todos los que dejaron la vida por nuestra Patria, no podemos mirar para un costado y quedarnos en casa, hay que formarnos, y organizarnos recordando cuando el pueblo fue más feliz y la distribución más justa. La historia de los pueblos no miente y el ardor por lograr la revolución justicialista es un fuego que nunca podrán apagar. Por eso, para la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación: Peronismo para la liberación.

Por Micaela Díaz.

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