Celulares: las consecuencias de un uso excesivo y a temprana edad
La psicóloga Clara Oyuela advirtió sobre los problemas que puede generar el dispositivo en el desarrollo de los y pre adolescentes. Por otra parte, habló sobre un cierto hartazgo de la virtualidad y su experimento de desconexión.
En medio del debate entre si se debe o no prohibir el uso de celulares en las escuelas, hay discusiones más profundas que aún no se han dado en la sociedad. Una de ellas es, ¿a qué edad se puede acceder al dispositivo? ¿En qué puede perjudicar a un niño la manipulación del mismo? La psicóloga Clara Oyuela, advirtió que utilizarlo a temprana edad puede tener consecuencias en la salud mental, el desarrollo de su vida cotidiana y demás. Además, aconsejó introducir a los más chicos de manera gradual a este tipo de tecnología. Por otra parte, aseguró que luego de la pandemia se vio un uso excesivo. También, contó su experimento de desconexión, en el que un grupo de personas debe permanecer un determinado tiempo sin encender su teléfono.
«Es el gran debate que todos nos hacemos, o por lo menos en algunas áreas. Es un tema que, por un lado, está lleno de aristas. Hay una primer pregunta que me hago con respecto a este tema, previo a lo que puede ser un celular dentro de una escuela. Es algo que urgentemente tenemos que empezar a debatir como sociedad, y que por suerte se está haciendo a nivel mundial. ¿Cuál es la edad conveniente para que una persona acceda a un celular inteligente? Llegamos a naturalizar como sociedad, un hábito que nadie tiene de natural, que es la entrega de un primer celular en edades totalmente prematuras y anticipadas para lo que puede ser el desarrollo de una persona. Estamos debatiendo si celular sí o no en las escuelas, y en realidad, debemos preguntarnos si es conveniente que un niño de ocho años tenga un celular propio», analizó en diálogo con Radio Búnker 94.9, en el programa «El Tanke de Búnker», en referencia a la manipulación de celulares en edades tempranas.
«No es lo mismo estar hablando de un celular como dispositivo tecnológico a los 16 años, que a los 8. Las consecuencias en la salud mental, el desarrollo, en la vida cotidiana, son totalmente diferentes en un caso y el otro. Más allá de que los síntomas sean los mismos, no es lo mismo a la larga», añadió.
La diferencia entre los dispositivos: «Hay que empezar a distinguir las cosas. No es lo mismo una televisión en la casa, que un celular, un IPad o computadora dentro de la misma. No es lo mismo pensar en educar digitalmente e introducir, o usar a favor en el ámbito educativo una computadora, que un celular. El celular de por sí no es un dispositivo educativo, cumple otra función. Ahora, que a las escuelas no les haya quedado otra opción que incorporarlos dentro de las aulas es otra cosa. No es que hubo una reunión previa y se dijo que forma parte de la currícula por ser conveniente, beneficioso», dijo.
El inicio del uso excesivo, de acuerdo a su mirada: «No es casual que esto lo debatamos post pandemia. Antes de la pandemia, todo esto se venía gestando de manera silenciosa. Y de repente, después de la pandemia, todos lo usamos excesivamente. Yo siempre ubico el celular al mismo nivel que el tabaco, como cualquier otro objeto de consumo masivo a nivel social», sostuvo.
La falta de conciencia en la vida virtual: «En menos de cinco minutos, un niño o pre adolescente puede estar expuesto a contenido que lo atraviese toda una vida. Me ha tocado acompañar a niños o pre adolescentes, en la escuela, porque estuvieron en contacto con contenido que ni los adultos pueden digerir. Estuvieron hasta un mes sin dormir», destacó Oyuela.
La introducción gradual: «Creo que ahí está la clave. ¿Qué pasaría si pudiéramos introducir de manera gradual a los niños, en este caso, en el mundo del celular? Es como andar en bicicleta. Esto de estar entregando un celular propio a niños, es como si le estuviéramos dando a un bebé una bicicleta sin rueditas, con la que probablemente van a lastimarse o lastimar a otros. Hay opciones sanas, responsables y cuidadas, previo a la entrega del celular. Son los celulares que usábamos antes, que solamente tenían mensaje de texto, llamadas y fotos. Empresas como Nokia, ya los recrearon y armaron nuevos modelos», indicó.
¿La población sintió un hartazgo de la terapia virtual?: «Hay un hartazgo generalizado en lo que es nuestro uso cotidiano con la tecnología. Es una sensación que seguramente, cualquiera que esté en una mesa con un vino o mate con amigos, es generalizada y de sentirse atrapado sin salida. Esto de la presencialidad, es tan humano buscar ese contacto con el otro, hay una necesidad de buscar eso. Hay una necesidad de volver a los espacios artísticos, al teatro», aseguró.
Su experimento de desconexión: «Lo vengo haciendo desde 2018 y en diferentes grupos de personas, con todo un protocolo. Lo hice con alumnos de 16 años, de psicología, con padres y madres de una escuela, voluntarios de las redes sociales. Lo mas llamativo de todo es que en cada caso, en adultos y adolescentes aparecen los mismos síntomas. Son positivos y negativos», explicó.
«Es un experimento para ver e investigar qué pasa cuando nos desconectamos. Cuando uno lo hace, puede tener información sobre la forma en que se está conectando. Son cuatro días completos donde se apaga el celular, hay diferentes pantallas permitidas en esos días, y la persona toma registro de lo que pasa a nivel emocional, psicológico, físico», detalló.
«No es que se prohíbe con uñas y dientes el uso de celular, sino que algunos pueden prenderlo por un cierto tiempo, pero toman registro de cómo se sienten, y otros no aguantan o piden más tiempo. Lo que aparece en la mayoría de los experimentos es la sensación de caos. En el celular se tiene billetera virtual, trámites», concluyó.