EL OTRO LADO DE LOS RONDINA
Entrevistamos a los hermanos Marcelo y Sergio Rondina, periodista y director técnico respectivamente. Su amor y las locuras por Midland, anécdotas, sus inicios en sus profesiones, entre otros, fueron los temas.
Dos hermanos, ambos oriundos de Libertad. Fanáticos de Midland. Uno es periodista, el otro ex jugador y actualmente director técnico de Arsenal de Sarandí. Sector Prensa dialogó con Marcelo y Sergio Rondina. Sus comienzos en sus profesiones, las locuras hechas por el Funebrero, anécdotas juntos, que admiran uno del otro, fueron algunos de los temas de la entrevista.
SP: – ¿Cómo fueron sus comienzos?
MR: – Me empezó a gustar, porque me gustaba el fútbol. Desde muy chico iba a ver a Midland, me llevaba mi tío que integraba la Subcomisión de Fútbol, yo tenía 4 o 5 años. Y, a veces, íbamos de visitante en el micro de los jugadores. Me crie dentro del club, me gustaban todos los deportes. Me quedaba en la casa de mi abuela paterna, porque permitía con una radio vieja que sólo tenía AM, escuchar hasta tarde los programas deportivos. Si estaba en casa, me decían que era tarde. Eran doce, doce y media de la noche. Recuerdo que había partidos de básquet en esa época, Lanús y Obras Sanitarias eran los dos mejores equipos, y escuchaba esos partidos. Y también, como a las doce y media de la noche, había un programa de fútbol de ascenso. No me importaba que no hablara de Midland, me encantaba. Ahí empezó a gustar el tema del periodismo. Cuando termino la secundaria, tenía ganas de arrancar la carrera de periodismo, pero mi padre me dijo que eso no me iba a dar de comer. Antes estaba flaquito, ahora estoy gordo. Empecé a estudiar análisis de sistema, hice un año y medio, pero no era lo mío. En la pileta de Midland, conocí a Daniel Cacioli, que arrancaba en el periodismo. Un día me dijo, ¿no querés arrancar con nosotros? En el Ascenso x3, en Radio Colonia. Arranqué ahí. Paralelamente, Marcelo Palacios, que también estaba en el staff, tenía un programa los viernes a la tarde-noche en una radio de Libertad. Empecé a ir con él, como para perderle el miedo al micrófono, como se dice habitualmente, y tener más soltura. Dábamos formaciones del fin de semana, pero no sólo de ascenso, sino de todo. A los dos años de estar en el Ascenso x3, empecé la carrera en el Círculo Argentino de Periodistas, que estaba en la calle Viamonte 788, que ya no está.
SR: – Mis comienzos como técnico fueron en el Centro de Entrenamientos para Futbolistas Profesionales, que eran los jugadores libres y entrenaban con un grupo de juveniles, el directo era «Coqui» Raffo. Cuando me retiré, trabajé un año con él. Y en torneos de AFA, en 2006, dirigiendo a Midland en la Primera D.
– ¿Cómo ves al periodismo de hoy, Marcelo?
MR: – Es muy fácil caer en hacer el famoso periodismo de periodistas, en líneas generales, no sólo en deportivo. Es muy fácil criticar, sobre todo a colegas, pero hay que estar en el lugar de cada uno. No me gusta mucho el amarillismo, a veces se esfuerzan por crear, no sé si llamarlos conflictos, y muchas veces tienen que ver los productores. Ellos, que no salen ante la cámara, cuando tienen mucho poder, sobre todo en televisión, «manijean» mucho para que el periodista, que pone la cara, tire una «bomba». Claro, el productor no pone la cara. Pero no son muchos los casos, ese periodismo no me gusta. Pero el periodismo argentino es muy bueno. Muchas veces, si hablamos puntualmente de fútbol, acá se quejan de los periodistas. Yo quiero ver a las grandes estrellas del fútbol en Chile o España. Quiero ver que enfrenten a los chilenos, ellos no te tutean, te tratan de usted, pero le pegan cada palazo cara a cara a los futbolistas, es durísimo. Yo creo que el periodismo argentino está entre los mejores del mundo.
– ¿Era más difícil tener un lugar en la profesión hace unos años atrás?
MR: – Es distinto, lo que era años atrás y lo que es ahora. Años atrás, cuando yo arranqué, no había redes sociales ni Whatsapp, había grabadora con cassette. Si era TDK, era bueno, y si era D90, se trababa y tenía que ser de 60 minutos. Era otra época, eramos más cavernarios, artesanal. Y, en ese momento, empezaron a proliferar las FM, que fueron, para aquellos que arrancaban, un buen espacio para desarrollarse. Primero en los barrios, después un poquito a otro nivel. Tampoco había escuelas de periodismo deportivo, como hay ahora, yo estudié periodismo general. Proliferaron mucho las escuelas de periodismo deportivo. Esto que quiere decir, que si hay algunos que son medianamente buenos, tienen más chances de sobresalir. En los últimos diez años, hay más competencia, pero también hay mas medios. Son dos épocas distintas, hablo de hace treinta años atrás, a los últimos diez años a la fecha.
– ¿Creés que te encasillan con el automovilismo?
MR: – Si, me encasillan con el automovilismo. En algunos medios nacionales, que tengo colegas que laburaron conmigo, me mandan saludos y dicen «al periodista de automovilismo». Y dentro del automovilismo me encasilla con el Rally, porque dicen que, fuera de la provincia de Córdoba, soy un referente de la actividad. Me gusta mucho, es cierto, me gusta el automovilismo también. Pero yo soy periodista, ni siquiera digo soy periodista deportivo. Hice programas programas políticos en Supercanal, en Castelar, Ituzaingó y Morón, todavía está la señal. Hice noticieros políticos, programas mano a mano con políticos. Programas de paddel, básquet. Fútbol de ascenso, el ascenso es mi pasión. Y programas de automovilismo. Me encasillan, y no me gusta. Siempre digo, a mí me pones un político, el Papa, un jugador de fútbol del ascenso, un piloto o un músico enfrente, yo lo entrevisto mano a mano. Ningún problema. Yo soy periodista.
– ¿Sos hincha de alguna marca?
MR: – No. Quizás, al comienzo, por ahí tenía una leve simpatía. Soy hincha del hombre, del piloto. Cuando vos conoces dentro del ambiente un tipo buena persona, un piloto macanudo, te trata bien y es amable, y a la vez buen piloto, te gusta que gane. Y también pasa con los equipos, los integrantes que son buena gente, que por ahí les cuesta mucho y no tiene el gran presupuesto, y les va bien, eso me pone bien. Por las marcas, no hincho.
– ¿Algún hecho o evento que te haya marcado en tu carrera?
MR: – Cosas puntuales, que no es que me marcó, sino que me gustó hacerlas. No sé como explicarte. Si recuerdo mucho una nota mano a mano con Andrea Vianini, que falleció hace poco, un piloto que tuvo un accidente en su momento y quedó cuadripléjico. En el momento que yo le fui a hacer la nota, creo que tenía cincuenta y pico de años, y cumplía la mitad de su vida como cuadripléjico. Me impactó mucho, me gustó mucho, y tuvo mucha trascendencia. Después, haber hecho la cobertura de las 24 horas de Le Mans, en vivo para Argentina. Las 500 millas de Indianápolis. Esos internacionales, te marcan. No sé si te marcan, te consolidan. Por lo menos, personalmente, uno siente que lo pudo hacer. La primera salida en Radio Colonia, cuando el operador me dijo «el próximo pip, sos vos». Eso todavía lo tengo en los oídos, son cosas especiales.
– ¿Te costó estar al frente de Midland, Sergio?
SR: – No es que me costó, la experiencia me dice que es muy difícil dirigir al equipo del que sos hincha. Está bien que uno hoy tiene mucha más experiencia, en ese momento era joven. Quizás, a los jugadores que no juegan para el equipo del que sos hincha, se les tiene más paciencia, se les entiende más las cosas.
– ¿Volverías en algún momento?
SR: – No, lo disfruto más como hincha. Está bien, nunca digas nunca, y nunca le diría que no a Midland. Pero lo veo muy difícil.
– ¿Es verdad que cancelaste tus vacaciones por dirigir al club de tus amores?
SR: – Si. Cuando me llega la propuesta para dirigir, al otro día nos ibamos de vacaciones con mi señora, todavía no estaban ninguno de mis dos hijos, y en vez de irme de vacaciones, el lunes estaba entrenando al equipo.
– Sabemos que llevamos años dirigiendo pero, ¿qué sentías cuando te llamaban DT revelación en Primera División?
SR: – Se siente bien. Pero más que nada, creo que fue por lo que demostró el equipo adentro de la cancha y después del ascenso. Uno ya había tenido una experiencia en Primera, donde fueron seis meses muy buenos, con una clasificación a la Copa Sudamericana. El juego que desplegó ese Arsenal, hizo que se posaran más ojos en el equipo y su juego, de ahí salió un poco la revelación.
– ¿Te gustaría dirigir en el exterior o uno de los cinco grandes?
– Si, obvio que si. Quizás me gustaría seguir dirigiendo en la Primera División del fútbol argentino, y tener la posibilidad en algún momento de dirigir a uno de los grandes. Si no se da así, obviamente, buscar que la profesión nos lleve para otros destinos, pero la idea es seguir disfrutando de la Primera División del fútbol argentino.
– ¿Tienen una anécdota juntos?
MR: – Yo fui a cubrir Comunicaciones contra Midland, en cancha de Comunicaciones, mi hermano estaba en el banco de suplentes. En el segundo tiempo, Della Vecchia, que era el técnico, lo hizo ingresar como a los veinte minutos por el «Chinchu» Quiroga, un histórico de Laferrere, uno de los más importantes en el mediocampo de Midland. Al minuto, más tardar a los dos de ingresar, hay un córner a favor de Midland, y el esperaba el rebote. La pelota sale afuera del área, le pegó de derecha, abajo, al palo derecho del arquero y empató el partido 2 a 2. A mí me tocó dar, en Radio Colonia, gol de Midland, Sergio Rondina puso el empate 2 a 2. Y Atilio Costa Febre, que era el relator, dijo: «un hermano, grita el gol de un hermano». Y eso lo tengo guardado en un cassette, que debe estar húmedo, no sé si está en la casa de mi vieja o lo tengo yo. Durante treinta y pico de años lo tengo, está en algún lado. No lo pude pasar a CD y si lo pasé, no me acuerdo. Una gran anécdota. Después en el vestuario le fui a hacer una nota, no es que no me dio la nota, pero pensó que lo estaba cargando, para el programa de la semana de Colonia. En realidad, se grababa los viernes y salía los sábados al mediodía, antes de los partidos. Se la hice en la pieza que compartíamos, de cama a cama, y tuvimos que hacerlo cuatro o cinco veces porque lo recordábamos a mi padre que había fallecido hacía poco y nos poníamos a llorar. Hasta que bueno, la nota salió, la pudimos grabar un martes o miércoles, y el sábado al mediodía salió en Radio Colonia.
SR: – Quizás, uno en ese momento no se dio cuenta. Con el correr de los años, uno entiende que no estuvo mi viejo en ese tiempo para verme debutar en Primera, pero estaba mi hermano. Me compensó por otro lado.
– ¿Qué admiran del otro?
MR: – A ver, es mi hermano. Quizás piense como una abuelita, para mí es intocable. Pero admiro su humildad, que no la perdió nunca, su garra, su esfuerzo, su don de buena gente. También lo admiraba cuando jugaba al fútbol. Él, a veces en las notas se hace el cavernario, pero jugaba muy bien. Ponía garra, eso es cierto, pero tenía una pegada bárbara, un jugador muy pensante, cambio de frente. Para mí era un ocho exquisito, para otros era un cinco aguerrido. Lo admiré como jugador, no tuvo suerte. No digo suerte, porque suerte se le dice a los mediocres. Como técnico, de a poco, está teniendo los éxitos que se mereció como jugador, y creo que va a tener muchos más.
SR: – La perseverancia, de buscar su camino, lo que le gusta. Buscar la excelencia, me parece que eso es lo que admiro mucho de él.
– ¿Soñaron alguna vez con tener las profesiones del otro?
MR: – Soñar con ser jugador, no. Me gustaba jugar, no era bueno como él, jugaba de ocho. Pero nunca dije que quería ser jugador, estar en tal equipo, no. Si soñé, o me imaginé, ser periodista y lo logré.
SR: – No, la verdad que no. No soñé con ser periodista. Siempre era el estar ligado al deporte, poder jugar alguno de ellos, o a lo sumo, en caso de no poder, estudiar. Pero algo ligado al deporte, que no tenga que ver con periodismo.
– ¿Hicieron alguna locura por Midland?
MR: – No sé a que llamar locura. Si, podría decir, que me escapé para ir a la cancha. Yo tenía diez u once años, mis padres tenían un comercio frente a la plaza Libertad, y a la vueltita estaba la sede del club. De ahí salían los micros para ir de visitante, con los socios, y un par de camiones con la hinchada. Y alguna vez, si salía del negocio, y a último momento me trepaba al camión con la hinchada. Fui a algunos lugares, donde a la salida se cruzaban algunos piedrazos y esas cosas. Pero no sé si llamarlo locura. Tampoco es como ahora, había rivalidades pero no había tanta droga. Las drogas cambiaron los códigos, hasta para las peleas de hinchadas. Lamentablemente, fue todo distinto después. Antes había alguna piña, algún pidrazo. Hoy, eso ya no existe.
SR: – Y, varias. De chic, en un clásico con Alem, mis viejos no querían que vaya y me escapé, me fui con un primo. Hubo incidentes, partido suspendido, un problema bárbaro. Cuando mi viejo me fue a buscar, no estaba por ningún lado, ya daba por hecho que fui a la cancha. Me estaba esperando de pechito. Ir a Junín con la hinchada, en la C en el ´90, cuando el equipo venía bien. Hay varias.
Por: Ezequiel Olivera